Las vacaciones bien, gracias. Cortas eso sí. A lo que me he dado cuenta ya estaba otra vez en la oficina, pero bueno, como estamos tres en todo el departamento parece que mucho trabajo no va a haber esta semana, así que al menos el síndrome postvacacional no será muy duro.
Como nuestro presupuesto estaba un poco maltrecho después de endeudarnos con Ikea, Artur y yo nos fuimos a las fiestas de Calatayud, que hacía varios años que no podía ir. Lo cierto es que no han sido tan cafres como otros años, para qué engañarnos, pero al final lo he acabado pasando bien. La cuestión está en que este año me era absolutamente imposible quedarme hasta las once de la mañana durante cuatro días seguidos, más que nada porque a eso de las cuatro empezaba a arrastrar las piernas de mala manera. Por otro lado la pandilla de allí se ha separado y claro, no es lo mismo ir un montón de gente junta que cuatro gatos cada uno por su lado...
La verdad está en que las peñas están en horas bajas, parece que a ellas también les ha afectado la crisis. El grupo más conocido que ha venido a las fiestas fueron Los Gandules, que me reí mucho en el concierto a pesar de que se les fue la olla con el audio y todavía tengo el oído izquierdo taponado porque un altavoz me vibraba demasiado cerca y a demasiado volumen. Supuestamente comenzaba a las doce, pero hasta la una no empezaron a sacar instrumentos. Cuando tocaron un par de canciones me dije: "Esto no me suena de nada", y claro, es que eran unos teloneros HORRIBLES. La gente se marchaba de la peña sólo por no oírlos, y no me extraña, al final nosotros también lo hicimos, porque hasta pasadas las dos no comenzaron Los Gandules. Menos mal que no metí la pata, porque el cantante era el primo de una amiga mía y le hice el comentario de "qué horror el concierto de anoche en la Nogara" a otra.
Javi se vino con nosotros, pero a los dos días se marchó y está en paradero desconocido. No me quedó muy claro el motivo, pero bueno, él es así, cubano...
Al llegar a Barcelona nos encontramos con un percal un poco desastroso. Quitamos la corriente de casa para asegurarnos de que no se nos volvía a quedar encendido el aire acondicionado toda la semana y no caímos en que teníamos cosas en la nevera y el congelador. Total, que tengo la casa que apesta a pesacado podrido. Es muy, muy desagradable. El gato debe estar encantado, porque es un basurillas de categoría.
Bueno, me reclaman para ir a tomar el café, así que os dejo hasta mañana. Un beso corazones