Qué desastre, si es que eso me pasa a mi por meterme en cosas de moderno... había casi tantos como en Razzmatazz, al menos no había sharperos con flauta (no sé si me estaban vacilando o realmente el último año los hubo).
Logísticamente hablando fue absoluto caos. El ayuntamiento dejó un minidescampado lleno de piedras en el cual clavar las piquetas fue un suplicio (o eso entendí de los gritos "!!!&%"·$$!!! de Artur). No había baños y por supuesto no había duchas, o sea que si querías hacer tus cosas te bajabas los pantalones donde podías y ale, con el viento fresco dándote en el culete. Artur y yo nos metimos en una ducha que había para los pescadores -el festival se hacía al lado del puerto-, y así conseguimos quitarnos el olorcillo Eau de San Feliu.
A parte de eso los grupos no me gustaron mucho. Hubo alguno que estaba bien, la verdad sea dicha, pero llegados el punto en el que tocaron unos tal Locust (o algo así) dije: "Oye cari, yo me voy a la tienda". Ya me lo esperaba después de las advertencias acerca del grupo de Artur y la entrevista que había en el folletillo que nos dieron en la entrada... unos tíos enfundados en un traje gris de lycra gritando cosas en un idioma inteligible (me dijeron que era inglés, pero bueno) y que me pusieron un dolor de cabeza horrible en un minuto y medio, lo que duró la primera canción.
Lo mejor de todos los puestecillos de comida, que madre mía cómo estaban las crêpes de jamón serrano y queso camembert. Como os digo había muchos modernos, así que también había un puesto de comida para vegetarianos y veganos (tortilla de patata hecha sin huevo :O). Los bocadillos de la barbacoa estaba muy buenos, así que por tres o cuatro euros cenabas bastante bien. Pusieron los vasos de bebida como en la Expo (esos de plástico duro que los pagas al principio y los mantienes toda la noche), así que no había mucha mierda por el suelo y eso siempre se agradece, sobre todo si quieres sentarte en él.
Pero como tengo un novio al que van a beatificar en vida la cosa al final no estuvo tan mal. Comimos en una terracita, dimos vueltas por la playa y estuvo sentadito conmigo para que no muriera después de cinco horas de conciertos. El domingo había una tienda de pesca abierta y compramos cuatro tonterías para ir ayer por la tarde a echar la caña un ratejo. Nos picó una palometa pequeñita, así que la devolvimos al mar porque no era suficiente ni para la cena de Fígaro. Y nada, ya es lunes y estoy de vuelta al curro. Qué vida tan dura...
PD. Os dejo una
noticia sobre Fleurus (donde estaba mi cole en Bélgica) sobre vertidos radioactivos